Hoy vamos a hablar de un magnífico Castro restaurado y bien cuidado que hay el Monte Santa Tecla en la localidad de La Guardia (Pontevedra). Tiene unas impresionantes vistas sobre la desembocadura del río Miño (si no hay niebla) y cuenta con un restaurante - mirador dónde se come bien. Toda la zona es preciosa y la Langosta la preparan de miedo. Os la recomienda un galaico que conoce bien la zona.


Si lo que buscáis en un enclave turístico es algo de cultura, a la vez que un lugar lleno de construcciones y entornos dignos de ver, este Monte de Santa Tecla es sin la menor duda una visita obligada para aquellos que disfrutan de la naturaleza y la cultura gallega.


Aquí podéis pasar desde mediodía hasta un día completo ya que el lugar tiene muchas cosas para visitar y tenéis la posibilidad de comer en el bar o restaurante ubicado en su cima o parte más alta. Para su ascensión se puede hacer en coche, que aunque su carretera tiene unas curvas de vértigo, el estado de la misma es bastante bueno. En la subida podemos observar que el monte tiene un buen arbolado ideal para hacer un picnic con unas bonitas vistas o bien para una subida a pie, incluso pasear por el mismo. Lo primero que nos encontramos al empezar a ascender en un poblado celta.


Esta antigua ciudad es uno de los mejores ejemplos de la llamada cultura castreña. El origen de esta cultura se remonta a mediados del siglo VIII a.C. , aunque este poblado se cree que data del IV a.C., en el noroeste de la Península Ibérica, cuando aparecen los primeros poblados de carácter estable, denominados castros o citanias, una forma de hábitat no exclusiva de esta zona pero que en ella alcanza su máxima expresión. El esplendor de este horizonte cultural se sitúa ya en plena época de la dominación romana, siendo los ejemplos mejor conservados los castros de Coaña, en Asturias, y este de Santa Tecla. El surgimiento de estos poblados es progresivo, estableciéndose en zonas o lugares de marcado carácter estratégico y de fácil acceso a recursos naturales, en el caso que nos ocupa el río Miño, que domina desde una altura de 200 m., y los yacimientos mineros de su entorno. Comenzado a excavar en fecha muy tardía, en 1913 (encontrado al ir a construir un cortafuegos), su forma de hábitat se caracteriza por núcleos de distinto tamaño, desde los más pequeños, de 23 por 20 m., hasta los mayores, de 391 por 280 metros. Diversos estudios han determinado que en su interior habitarían una media de 250 individuos. Fuertemente defendida por una muralla, fosos y torres, en el interior del recinto amurallado, de forma desordenada y sin apenas espacio entre ellas, se situaban las viviendas. La mayoría de las casas de los castros eran pequeñas y circulares, mientras que otras, de planta cuadrada, podían tener hasta diez metros de longitud. Cubiertas de brezo o paja, en el interior de las viviendas se desarrollaba la vida cotidiana, en torno a un fuego central rodeado por bancos corridos. Al frente de los castros se hallaría un grupo privilegiado, que se beneficiaría de los bienes y objetos suntuarios procurados por actividades como la agricultura, la ganadería, la caza, el marisqueo o el comercio. El apogeo de esta población se prolongó hasta el siglo II de nuestra era, en que cayó en el olvido. Si seguimos subiendo podemos encontrar todo a lo largo del camino varias cruces de piedra con imagenes de la crucificación de cristo e incluso escenas de la vida romana.

  Al llegar a la cima se puede aparcar el coche en el aparcamiento, que más bien parece un mirador, desde allí se puede contemplar la desembocadura del río Miño y Portugal a la otra orilla del río. Subiendo unas escaleras que llevan a otro mirador situado en lo mas alto de este complejo que hay en la cima, compuesto por un museo, una Hermita, miradores con cruceiros, bar y restaurante, además de pequeños puestos. En el mirador mas alto se puede ver una panorámica de 360º con unas increíbles vistas, allí hay que andar con sumo cuidado por lo escarpado del terreno y el pequeño tamaño de algunas de las escaleras de piedra. En el museo situado en esta cima, se pueden ver expuestos los restos arqueológicos del poblado Celta además de diversos restos del entorno más cercano. Monedas, herramientas, cerámica, esculturas, huesos y fósiles, no es muy grande pero resulta bastante interesante el ver todo este material, siempre muy bien explicado y conservado.


Información visitas
Horarios: De marzo a junio, de martes a domingos, de 9.30 a 20.00 h.
De julio a septiembre, de 9.30 a 21.00 h.
Del 1 de octubre al 9 de diciembre, de 10.00 a 19.00 h.
Cerrado: lunes y de enero a marzo.
Ermita de Santa Tecla: De lunes a domingo, de 10.30 a 13.15 y de 15.30 a 19.30 h.
Tarifas: Entrada conjunta para el Castro, Museo y Ermita: General: 0,80 €. Reducida: 0,30 € menores de 13 años.


Un pequeño vídeo del lugar y alrededores....

Y esta es una recreación de como era el lugar en la época hecha por ordenador



Aquí os dejo una vista satélite del lugar. Como veis esta prácticamente al lado de A Guarda y Camposancos. y justo de frente se puede ver Caminha (Portugal) y alguna que otra playa que está muy bien. Para quien quiera ver alguna cosilla más tiene muy cerca el delta del Miño con su parque natural, la playa de la punta de Camposancos, La Guardia, o incluso un poco más lejos los muiños do Folón y la ruta de los vinos de O Rosal.


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